Debo ser yo quien mate a Harry Potter, y lo haré.Ante esas palabras, aparentemente en respuesta a ellas, sonó un repentino aullido, un terrible y desgarrador grito de miseria y dolor. Muchos de los sentados ante la mesa miraron hacia abajo, sobresaltados, por el sonido que había parecido surgir de debajo de sus pies.
-Colagusano, -dijo Voldemort, sin cambiar su tono tranquilo y pensativo, y sin apartar los ojos de cuerpo que se removía arriba-. ¿No te he dicho que mantuvieras a nuestro prisionero tranquilo?-Si, m…mi Señor, -jadeó un hombrecillo en mitad de la mesa, que había estado sentado tan abajo en su silla que ésta había parecido, a primera vista, estar desocupada. Ahora se revolvió en su asiento y salió a toda prisa de la habitación, no dejando tras él nada más que un curioso brillo plateado.
-Como estaba diciendo, -continuó Voldemort, mirando de nuevo a las caras tensas de sus seguidores-. Ahora soy más listo, necesitaré, por ejemplo, tomar prestada la varita de uno de vosotros antes de ir a matar a Potter.
Las caras a su alrededor no mostraron nada menos que sorpresa; podría haber anunciado que quería coger prestado uno de sus brazos.
-¿Ningún voluntario? -dijo Voldemort-. Déjadme ver… Lucius, no veo razón para que sigas teniendo una varita.
Lucius Malfoy levantó la mirada. Su piel parecía amarillenta y cerosa a la luz del fuego, y sus ojos estaban hundidos y sombríos. Cuando habló, su voz era ronca.
-¿Mi Señor?
-Tu varita, Lucios. Exijo tu varita.
-Yo…
Malfoy miró de reojo a su esposa, que estaba mirando directamente hacia adelante, tan pálida como él, su largo pelo rubio colgaba por su espalda, pero bajo la mesa sus dedos esbeltos se cerraron brevemente sobre la muñeca de su esposo. Ante su toque, Malfoy metió la mano en la túnica, retirando una varita, y pasándosela a Voldemort, que la sostuvo en alto delante de sus ojos rojos, examinándola atentamente.
-¿Qué es?
-Olmo, mi Señor, -susurró Malfoy.
-¿Y el centro?
-Dragón… nervio de corazón de dragón.
-Bien, -dijo Voldemort. Sacó su propia varita y comparó sus longitudes. Lucius Malfoy hizo un movimiento involuntario; durante una fracción de segundo pareció como si esperara recibir la varita de Voldemort a cambio de la suya. El gesto no le pasó por alto a Voldemort, cuyos ojos se abrieron maliciosamente.
-¿Darte mi varita, Lucius? ¿Mi varita?
Algunos de los miembros de la multitud rieron.
-Te he dado tu libertad, Lucius, ¿no es suficiente para ti? Pero he notado que tú y tu familia parecéis menos felices que antes… ¿Qué hay en mi presencia en tu casa que te disguste, Lucius?
-Nada… ¡nada, mi Señor!
-Que mentiroso, Lucius…
La suave voz pareció sisear incluso después de que la cruel boca hubiera dejado de moverse. Uno o dos de los magos apenas reprimieron un estremecimiento cuando el siseo creció en volumen; algo pesado podía oirse deslizándose por el suelo bajo la mesa.
La enorme serpiente emergió...
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LOS MEJORES CAPITULOS HAN LLEGADO Y LA HISTORIA SE TOMA IWEB-TELEVISIÓN..
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