Inmerso en mis propias experiencias fue con horror que escuché ya cerca del final de mi viaje de un año, que otra tragedia más había golpeado a los Dumbledore; la muerte de su hermana Ariana.Aunque Ariana había sufrido de mala salud desde hacía algún tiempo, el golpe, acaecido tan poco tiempo después de la pérdida de su madre, tuvo un profundo efecto en ambos hermanos. Todas las personas cercanas a Albus –y me cuento a mí mismo entre ese afortunado número- coincidimos en que la muerte de Ariana, y los sentimientos de Albus de que se sentía personalmente responsable (aunque por supuesto que no tuvo la culpa) dejaron una marca permanente en él.Regresé a casa para encontrarme a un hombre joven que había experimentado sufrimientos reservados para una persona de mayor edad. Albus era más reservado que antes, y mucho menos alegre.
En adición a su desdicha, la pérdida de Ariana, había llevado, no a una renovada cercanía entre Albus y Aberforth, sino a un alejamiento (con el tiempo este se disiparía… en años posteriores restablecieron si no una relación cercana al menos una ciertamente cordial). De todas formas, de allí en adelante habló muy raramente de sus padres o de Ariana y sus amigos aprendimos a no mencionarlos.Otras plumas describirán los triunfos de los años subsiguientes. Las innumerables contribuciones de Dumbledore al cúmulo de conocimientos sobre hechicería, incluyendo el descubrimiento de los doce usos de la sangre de dragón que beneficiaría a las generaciones por venir, así como la sabiduría que desplegaba en los muchos juicios que efectuó siendo Brujo Supremo del Winzegamot. Aún se comenta que ningún duelo entre brujos superó nunca al sostenido entre Dumbledore y Grindelwald en 1945. Los que lo presenciaron han escrito acerca del terror y el asombro que sintieron al observar a esos dos extraordinarios brujos batallar.
El triunfo de Dumbledore y sus consecuencias para el mundo de la hechicería son considerados un punto culminante en la historia de la magia, comparable a la introducción del Estatuto Internacional de Reserva o la caída de El-que-no-debe-ser-nombrado.Albus Dumbledore nunca fue soberbio ni vano; podía encontrar algo que valorar en cualquier persona, sin importar cuan aparentemente insignificante o ruin fuera, y creo que sus tempranas pérdidas lo dotaron de gran humanidad y compasión. Extrañaré su amistad más de lo que puedo expresar, pero mi pérdida no es nada comparada con la del mundo de la magia. No se puede cuestionar que fue el más inspirado y amado director de Hogwarts. Murió como vivió, trabajando siempre por el bien mayor y hasta su última hora tan deseoso de tender la mano a un pequeño niño con fiebre de dragón como el primer día que le conocí.
Harry terminó de leer pero continuó mirando la foto que aparecía acompañando el obituario. lucía su acostumbrada sonrisa gentil, pero como miraba por encima de sus medias gafas, daba la impresión, incluso desde el periódico, de que miraba a Harry con rayos X, provocando que la tristeza se entremezclara con una sensación de humillación.Él había creído conocer a Dumbledore bastante bien, pero desde que había leído el obituario se había visto forzado a reconocer que apenas si le conocía. Ni una sola vez se había imaginado la niñez y la juventud de Dumbledore, era como si hubiera nacido tal como Harry lo había conocido, venerable, con el cabello plateado y anciano. La idea de un Dumbledore adolescente era sencillamente extraña, como tratar de imaginarse a una Hermione estúpida o a un escreguto de cola explosiva amistoso.Nunca había pensado en preguntarle a Dumbledore acerca de su pasado. Sin duda se hubiera sentido extraño, impertinente incluso, pero después de todo era de común conocimiento que Dumbledore había tomado parte en ese legendario duelo con Grindelwald, y a Harry no se le había ocurrido preguntarle como había sido eso, ni acerca de ninguno de sus otros famosos logros. No, siempre habían hablado de Harry, el pasado de Harry, el futuro de Harry, los planes de Harry… y a Harry le parecía ahora que a pesar del hecho de que su futuro fuera tan peligroso e incierto, había perdido irremplazables oportunidades al haber omitido preguntarle a Dumbledore más cosas acerca de su vida. Aunque sospechaba que la única pregunta personal que jamás le había hecho a su Director era también la única que Dumbledore no había respondido honestamente.
¿Qué ve cuando mira en el espejo?¿Yo? Veo..
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